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jueves, 18 de octubre de 2007
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de Quincey - autoretrato
Datos personales
- deQuincey
- es fotógrafo eventual, perseverante y monocromático desde hace más de 20 años. la fotografía es, a su entender, un medio mágico para materializar sentimientos, descontextualizarlos, y así proyectándolos, elevarlos al mundo de los sueños. al mismo tiempo la fotografía es la manera artificial de compartir con otros este proceso personal que, individualmente, y de forma inconsciente e incesante todos hacemos; retenemos esas miradas, a veces desencuadradas, a veces borrosas o desenfocadas, …
exposicion "sueños de historias"
…retazos para un texto introductorio de la exposición fotográfica:
Sueños de historias de de Quincey
“entremos en el sueño con los ojos bien abiertos…”, esta respetuosa paráfrasis a Marguerite en el nadir de su Adriano nos exhorte, evocadora de un estado de animo, ante esta muestra de imágenes.
Es en el sueño donde surgen las ficciones de los mundos posibles, aquellos que, pudiendo también haber sido, fueron desplazados por el inexorable destino, El sueño nos convierte así en demiurgos de esos mundos posibles y de sus historias
Sin embargo en toda reacción neuro-química, que dicen los expertos es la base científica del sueño, (incautos…), se precisa un catalizador. En este caso la imagen capturada por la maquina óptica desencadena la otra, la sutil maquina onírica. El paralelismo entre ambas puede sorprendernos. La luz que deja su impronta en el material fotográfico sensible, puede, en exceso, provocar su veladura, y la consiguiente destrucción de la imagen; así, el sueño, sensible al desvelo, es destruido por él, concitando un frágil equilibrio en ambos casos.
La lente de la maquina óptica es aquí la angosta puerta al mundo de los sueños, a través de ella la luz se abre paso perfilando las tinieblas como en un mágico lienzo; aquí el blanco y negro primitivo, desprovisto de todo artificio, lejos del colorismo desconcertante, es primario e infinito, intenso revelador de la melancolía, ligero de equipaje cromático pero profundo en el ánima, nos apesadumbra y eleva meciéndonos en un océano de sensaciones.
La sombra es "la parte maldita" de la luz, la negacion de la luz, aún así lo determinante en la imagen no es la luz, sino la sombra. El poder de la luz de los colores oscuros. La luz evidente del blanco y los colores luminosos se contrapone a la luz de los colores oscuros, son estos los mas drámaticos y densos. Se comportan como sumideros de luz, por ello el poder de la luz que contienen es mayor, por ello es mayor su misterio, su luz viene a nosotros desde lo profundo
Protagonista de esos retazos de sueños el peatón desprevenido, conspicuo, ensimismado,…, nunca inocente, inasible y etéreo como las palomas de Dosineau
Nos duelen los ojos en un mundo desbordante de belleza, sin embargo el doloroso ejercicio de mantenerlos abiertos nubla nuestros sentidos y desborda nuestra capacidad de fijar esas imágenes vertiginosas; la fotografía viene en nuestro auxilio deteniendo el carrusel mareante en un recuadro asible y salvador.
Por otro lado, exponer, mostrar, es un ejercicio humilde de introspección pública de los demonios interiores, aquellos que, dicen, vienen de noche, al apagar la luz, así hacemos evidente lo oculto, para, inmediatamente devolverlo a las sombras y reelaborar la historia.
Pero,…¿Quién es de Quincey?
…es un ladrón de momentos que deviene en demiurgo de mundos soñados. Es un químico, un óptico, un alquimista al fin, que fatiga paisajes humanos en busca de un encuadre de espacio y tiempo que justifique sus desvelos en lóbregos “atelieres”, húmedos de tiempo, atávicos de maneras y medios
Cada sueño ha madurado en el crisol melancólico, brumoso y mágico de su oculto taller, encarnándose en papel, soporte perecedero y frágil, antiguo y nuevo como el mundo, primero y ultimo como el día, frío y calido como céfiro, abarcable e infinito como el mar, plausible e imposible como el sueño, verdadero y falso como la historia
Parafraseando de nuevo, esta vez al ínclito bibliotecario ciego, “…nadie lo vio llegar en la oscuridad de la unánime noche, nadie lo vio luego partir, nadie juzgó empero que engordó su bolsa en el breve instante en que se detuvo y arrebató, tenue, el momento con un guiño leve, apenas perceptible por las sombras sin velo,…, solo más tarde se supo toda la verdad al descorrer los cortinajes de la gran sala y apreciar la galería de instantes enmarcados de personajes sublimes y bellos…entremos pues en el sueño con los ojos bien abiertos”
Arsénico Salvador.
Sueños de historias de de Quincey
“entremos en el sueño con los ojos bien abiertos…”, esta respetuosa paráfrasis a Marguerite en el nadir de su Adriano nos exhorte, evocadora de un estado de animo, ante esta muestra de imágenes.
Es en el sueño donde surgen las ficciones de los mundos posibles, aquellos que, pudiendo también haber sido, fueron desplazados por el inexorable destino, El sueño nos convierte así en demiurgos de esos mundos posibles y de sus historias
Sin embargo en toda reacción neuro-química, que dicen los expertos es la base científica del sueño, (incautos…), se precisa un catalizador. En este caso la imagen capturada por la maquina óptica desencadena la otra, la sutil maquina onírica. El paralelismo entre ambas puede sorprendernos. La luz que deja su impronta en el material fotográfico sensible, puede, en exceso, provocar su veladura, y la consiguiente destrucción de la imagen; así, el sueño, sensible al desvelo, es destruido por él, concitando un frágil equilibrio en ambos casos.
La lente de la maquina óptica es aquí la angosta puerta al mundo de los sueños, a través de ella la luz se abre paso perfilando las tinieblas como en un mágico lienzo; aquí el blanco y negro primitivo, desprovisto de todo artificio, lejos del colorismo desconcertante, es primario e infinito, intenso revelador de la melancolía, ligero de equipaje cromático pero profundo en el ánima, nos apesadumbra y eleva meciéndonos en un océano de sensaciones.
La sombra es "la parte maldita" de la luz, la negacion de la luz, aún así lo determinante en la imagen no es la luz, sino la sombra. El poder de la luz de los colores oscuros. La luz evidente del blanco y los colores luminosos se contrapone a la luz de los colores oscuros, son estos los mas drámaticos y densos. Se comportan como sumideros de luz, por ello el poder de la luz que contienen es mayor, por ello es mayor su misterio, su luz viene a nosotros desde lo profundo
Protagonista de esos retazos de sueños el peatón desprevenido, conspicuo, ensimismado,…, nunca inocente, inasible y etéreo como las palomas de Dosineau
Nos duelen los ojos en un mundo desbordante de belleza, sin embargo el doloroso ejercicio de mantenerlos abiertos nubla nuestros sentidos y desborda nuestra capacidad de fijar esas imágenes vertiginosas; la fotografía viene en nuestro auxilio deteniendo el carrusel mareante en un recuadro asible y salvador.
Por otro lado, exponer, mostrar, es un ejercicio humilde de introspección pública de los demonios interiores, aquellos que, dicen, vienen de noche, al apagar la luz, así hacemos evidente lo oculto, para, inmediatamente devolverlo a las sombras y reelaborar la historia.
Pero,…¿Quién es de Quincey?
…es un ladrón de momentos que deviene en demiurgo de mundos soñados. Es un químico, un óptico, un alquimista al fin, que fatiga paisajes humanos en busca de un encuadre de espacio y tiempo que justifique sus desvelos en lóbregos “atelieres”, húmedos de tiempo, atávicos de maneras y medios
Cada sueño ha madurado en el crisol melancólico, brumoso y mágico de su oculto taller, encarnándose en papel, soporte perecedero y frágil, antiguo y nuevo como el mundo, primero y ultimo como el día, frío y calido como céfiro, abarcable e infinito como el mar, plausible e imposible como el sueño, verdadero y falso como la historia
Parafraseando de nuevo, esta vez al ínclito bibliotecario ciego, “…nadie lo vio llegar en la oscuridad de la unánime noche, nadie lo vio luego partir, nadie juzgó empero que engordó su bolsa en el breve instante en que se detuvo y arrebató, tenue, el momento con un guiño leve, apenas perceptible por las sombras sin velo,…, solo más tarde se supo toda la verdad al descorrer los cortinajes de la gran sala y apreciar la galería de instantes enmarcados de personajes sublimes y bellos…entremos pues en el sueño con los ojos bien abiertos”
Arsénico Salvador.